Algo que siempre me sorprende después de tantos años de estar promocionando lectura, es la cantidad de amigos que me han dejado los libros. Amigos de lectura, unos que van llegando y otros que siempre están ahí para comentar los últimos acontecimientos literarios, y por supuesto, lo que están leyendo.

En muchos casos no tengo mayor información de sus vidas y entornos, pero somos amigos de lectura y para mí eso es más que suficiente. Leer nos une como si fuéramos una gran ceiba frondosa que tiene muchas ramas y raíces muy sólidas en las que solo se habla de lectura. Que quede claro que todos los escritores son también mis amigos, aunque nunca los haya visto.

Los ‘sitios’ en los que frecuento este tipo de amistades son las distintas redes sociales en las que LaCaLiLe tiene presencia. Es en ese espacio donde solemos conversar a diario sobre eventos literarios que se estén desarrollando en la temporada. Cualquiera de los Hay Festival que se realizan en el transcurso del año, la Feria del libro de Madrid, FIL Guadalajara, FIL Bogotá, son motivo de conversación; igualmente abarcamos temas sobre alguna novela o libros como “El Infinito en un Junco”, que nos permitió asistir a tertulias virtuales y conocer nuevos amigos.

Muchas de estas amistades son residentes de todas partes del mundo, sé en qué país está la mayoría, pero desconozco sus domicilios; sin embargo, eso pasa a un segundo plano cuando lo importante es que nos encontramos todos los días para compartir novedades sobre un escritor, libros en su etapa de lanzamiento, o para hacer lecturas colectivas de algunos clásicos de la literatura.

Estos espacios, al igual que los clubes de lectura a los que asisto en la ciudad de Cartagena, me permiten tener una mejor visión en el desarrollo de mis tareas de promoción de lectura en voz alta, con las distintas escuelas que visito con LaCaLiLe.

Qué maravilloso es, a su vez, sentarme en la librería Ábaco de Cartagena para entablar conversaciones acerca de algún libro que estoy leyendo, y escuchar a las amistades de lectura contarme con detalle, por ejemplo, sobre los personajes que les impresionan en esa novela que me recomiendan leer.

Por otra parte, me pasa lo que a todo lector ambicioso, tener una pila de libros sin saber con exactitud en qué momento los podré leer. A muchos de mis amigos y amigas les ocurre el mismo problema, no alcanzan las horas del día para terminar de leer. En ocasiones, recurrimos al trasnocho para concluir la lectura de un buen libro, porque cuenta como cualidad de todo buen lector o lectora: libros buenos, merecen trasnochada.

Las amistades de lectura siempre serán un pilar fundamental para conocer a nuevos escritores, o para intercambiar artículos de interés que incluyan temas relevantes para nuestras vidas. Son actividades de esa familia que conformamos gracias a los libros, los amigos que diariamente disfrutamos con las lecturas de nuestra biblioteca personal, esa que vamos compartiendo sin egoísmo y con la que ampliamos conocimiento al escuchar las opiniones de quienes todos los días demuestran su amistad basada en el lazo del amor por la lectura.

Es así de sencillo como, además de exponer nuestros propios pensamientos y aumentar nuestra capacidad de liberar y compartir nuestras emociones, los libros son y seguirán siendo el medio de socialización más poderoso del que goza toda la historia de la humanidad.